
LA RAPSODIA

RASGOS GENERALES
Rebeldes, libertarios, locos… cualquiera puede formar parte de la Rapsodia. Cualquiera puede ser Rapsodia. Ese tipo del rincón oscuro de la taberna; esa madre que lleva siempre a sus hijos de la mano; ese aventurero tan alegre; ese bardo harapiento… lo único que une a todas las notas de la Rapsodia es la causa: la libertad.
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Se ocultan a plena vista, formando parte de otras facciones; atentos siempre a alguna señal de sus camaradas para moverse. Sean guerreros, leñadores o escribas, todos tienen el mismo juramento: “La Misión Ante Todo”.
UN POCO DE HISTORIA
Hay mucha leyenda concerniente a la Rapsodia y su origen. La historia más común atañe a Damian el Elegante, un mercenario y novelista que formó parte de los Lobos de Hierro durante la fundación de la compañía. Al parecer, también era un revolucionario y quiso que toda Gholindia fuera libre y estuviera en igualdad ante la ley.
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Fuera quien fuera el fundador, los últimos años la figura dirigente fue un misterioso individuo conocido como “Fausto”. No se sabe si hombre, mujer, humano, varan´ti… incluso se ha llegado a sugerir que cuando moría un Fausto su sucesor heredaba su nombre, o que en todo momento hay tres, siete o incluso veinte Faustos. Es difícil de decir, pues ni los agentes de la Rapsodia conocen a los miembros de su hermandad (asumen que podrían ser capturados y torturados en cualquier momento). Saben lo justo para cumplir sus misiones.
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La Rapsodia brilló durante el golpe de estado de Sirakio de Andor y tuvo un papel muy importante en situar a lord Yorkim en su posición actual (dicen en las tabernas). Al parecer, los agentes de la organización abrieron las puertas de Merchadia a los lealistas, les guiaron por pasadizos secretos y ayudaron a poner bajo custodia a lord Sirakio. Es sabido que también ayudaron a los Caballeros del Fénix en las purgas posteriores, identificando a traidores ocultos y procurando pruebas contra ellos. ¿Cuántas de estas pruebas fueron fabricadas? Según los nobles, que “casualmente” se llevaron lo peor de la purga, muchas.
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Sin embargo, la Regencia ha defraudado a la Rapsodia. Los nobles siguen pisoteando a la gente, la Beca Kendall es poco más que un lavado de cara y los líderes Compañía del Acero y el Vapor acaparan dinero y poder mientras los trabajadores respiran azufre. Las promesas son papel mojado, y muchos en la Rapsodia han decidido que la traición se ha de pagar con sangre.
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ACTUALIDAD
La Rapsodia está herida de muerte. Sus mejores agentes se han convertido en los fanáticos de la Hermandad de Asesinos, y queda poco del sueño de libertad que una vez unió a tanta gente. Las órdenes de Fausto son escasas y contradictorias (lo que da fuerza a la teoría de que hay varios), y muchas de ellas hacen cundir aún más la paranoia entre los rebeldes. Empieza a ser común que los rapsodas se enfrenten entre ellos para cumplir alguna misión que no entienden. Y, mientras tanto, la Hermandad progresa, unificada y con una visión común.
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Hay informes que sugieren que ambas organizaciones siguen muy unidas; tal vez a causa de espías y agentes durmientes, pero es difícil hasta para la Rapsodia y la Hermandad separar a sus hombres. ¿Cuántos mensajes encriptados son contrainteligencia del enemigo? ¿Cuántos Faustos son Asesinos confundiendo a sus rivales? ¿Cuántos ataques de la Hermandad son sabotajes de la Rapsodia intentando provocar el caos?
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Lo que sí parece evidente es que la Rapsodia sigue interesada en el Consejo de Regencia. Tal vez porque (como dicen algunos) trabajen para Yorkim o simplemente porque han invertido demasiado esfuerzo, recursos y vidas en el plan. Mientras la Hermandad progresa hacia el absolutismo del Templo de Tagnar, la Rapsodia recuerda sus lealtades: el pueblo llano de Gholindia.
Texto escrito por Willy Etxebarría.
